El doctor Frankl, psiquiatra y escritor, solía preguntar a sus pacientes aquejados de múltiples padecimientos: "¿Por qué no se suicida usted?". Y, muchas veces, de las respuestas extraía una orientación para la psicoterapia a aplicar a éste, lo que le ata a la vida son los hijos al otro, un talento, una habilidad sin explorar; a un tercero, quizá, sólo unos cuantos recuerdos que merece la pena rescatar del olvido. Tejer estas tenues hebras de vidas rotas en una urdimbre firme, coherente, significativa y responsable es el objetivo con que se enfrenta la logoterapia.
En esta obra, Viktor E. Frankl explica la experiencia que le llevó al descubrimiento de la logoterapia. Prisionero, durante mucho tiempo, en los desalmados campos de concentración, él mismo sintió en su propi ser lo que significaba una existencia desnuda. ¿Cómo pudo él -que todo lo había perdido, que había visto destruir todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frío, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo a punto del exterminio-, cómo pudo aceptar que la vida fuera digna de ser vivida? El psiquiatra que personalmente ha tenido que enfrentarse a tales rigores merece que se le escuche, pues nadie como él para juzgar nuestra condición humana sabia y compasivamente. Las palabras del doctor Frankl alcanzan un temple sorprendetemente esperanzador sobre la capacidad humana de trascender sus dificultades y descubrir la verdad conveniente y orientadora.
"En hombre en busca de sentido" ha sido uno de los libros que me he leído más conmovedores. Tras su lectura, he podido reflexionar sobre diferentes aspectos de la vida que jamás me había parado a pensar. ¿Hasta qué punto valoramos y yo misma valoro la vida / mi vida?, ¿qué es lo verdaderamente importante: las cosas materiales, la familia...?, ¿el qué? Muchas veces no nos paramos a pensar en que la vida nos sonríe, y que no es todo tan malo como nos pensamos. En ocasiones tenemos una familia sana que nos quiere, tenemos el privilegio de poder estar estudiando lo que nos gusta, tenemos un techo donde dormir y comer caliente, no nos falta, como quien dice, de nada. Y aún así nos quejamos. No nos conformamos con lo que tenemos, siempre queremos más y más, somos egoístas con nosotros mismos y con el mundo en general. Y es que debe de ocurrir una desgracia para darnos cuenta del valor que tienen las cosas y personas que nos rodean: sólo cuando perdemos algo muy querido nos damos cuenta de la joya que teníamos a nuestro lado. Y esto me resulta muy triste. Es por ello que pienso que no debemos dejar que algo malo ocurra para valorar lo que nos rodea, sino que debemos ser nosotros mismos los que nos paremos a pensar sobre el propio sentido de nuestras vidas, ¿en realidad somos tan desgraciados? En realidad, no lo creo.
Me gustaría finalizar mostrandoos algunas frases que he recogido durante la lectura y que considero que vienen a resumir lo que vengo diciendo hasta ahora.
- Cada uno de nosotros se aferraba a un pensamiento casi obsesivo: permanecer vivo para regresar al lado de los familiares, y proteger a algún amigo.
- El doctor Frankl en una ocasión le dijo a un capataz: "Si usted aprendiera de mí a operar el cerebro con tanta rapidez como yo aprendo de usted a construir carreteras, me merecería un gran respeto y admiración".
- "Me siento como un juguete del destino".
- El hombre puede conservar un reducto de libertad espiritual, de independencia mental, incluso en aquellos crueles estados de tensión psíquica y de indigencia física. Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas -la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino. Cada hombre, aún bajo unas condiciones tan trágicas, guarda la libertad interior de decidir quién quiere ser -espiritual y mentalmente-, porque incluso en esas circunstancias es capaz de conservar la dignidad de seguie sintiendo como un ser humano. Es precisamente esa libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido.
- Es propio del hombre subsistir al cobijo de la esperanza del futuro.
- "El que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo".
- Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud frente a la vida. Debemos aprender por nosotros mismos, y también enseñar a los hombres desesperados que en realidad no importa nada de la vida, sino que la vida espere algo de nosotros.
- Existen multitud de posibilidades para llenar de sentido la vida.
Pensar sobre esto mis queridos lectores, no hay nada de mentira en estas letras. Ahí lo dejo.